10 de marzo _ Los Cuarenta Santos Mártires. Los Cuarenta Santos Mártires, de cuyo triunfo se hizo mención el día de ayer. Bajo el reinado de Licinio, Agrícola, gobernador de Sebaste, en Armenia, quiso forzar a 40 soldados a que abandonaran la fe. Fueron arrojados en un calabozo cargados de cadenas, y en lo más crudo del invierno fueron sumergidos en un estanque helado. Su oración común era: “Señor, cuarenta entramos en la lid, que cuarenta seamos coronados”. Uno de los guardias vio que un ángel traía treinta y nueve coronas y se preguntaba por qué faltaría una, cuando he aquí que uno de los cuarenta dejó a sus compañeros y fue a arrojarse en un baño de agua tibia preparado en la orilla. Con todo, la oración que rezaron no fue inútil, pues el guardia fue a ocupar el lugar del que había traicionado su fe. En Apamea de Frigia, el triunfo de los santos Mártires Cayo y Alejandro, los cuales (según escribe Apolinar, Obispo de Hierápolis, en su libro contra los herejes Catafrigas), en la persecución de Marco Antonino y Lucio Vero, fueron coronados de un glorioso martirio. En Persia, el triunfo de cuarenta y dos santos Mártires. En Corinto, los santos Mártires Codrato, Dionisio, Cipriano, Anecto, Pablo y Crescente, que en la persecución de Decio y Valeriano, de orden del Presidente Jasón, fueron pasados a cuchillo. En África, san Víctor, Mártir, en cuya solemnidad predicó san Agustín un sermón al pueblo. En Roma, san Simplicio, Papa y Confesor. En Jerusalén, san Macario, Obispo y Confesor, por cuya exhortación Constantino Magno y santa Elena su madre, purificaron los Santos Lugares y los ennoblecieron con sagradas Basílicas. En París, el tránsito de san Droctoveo, Abad, discípulo de san German Obispo. En el monasterio de Bobbio, san Átalas, Abad, esclarecido en milagros.