29 de abril _ San Pedro de Verona, Mártir San Pedro de la Orden de Predicadores, Mártir, que el día 6 de Abril fue martirizado por la fe católica. San Pedro de Verona renunció desde su infancia a los errores de los cátaros. Las promesas y amenazas de sus padres fueron impotentes para hacerlo vacilar en la constancia de su fe. Entró en la orden de Santo Domingo y vivió en ella con tanta inocencia que se asegura que jamás cometió ningún pecado mortal. Ardientemente pedía a Dios la corona del martirio. Sus deseos fueron escuchados. Nombrado inquisidor de la fe, se atrajo el odio de los herejes, y uno de ellos, que lo acechó en el camino de Como, a Milán, le hendió la cabeza con un mandoble de espada, en 1252. En Roma, el tránsito de santa Catalina de Siena, Virgen, de la tercera Orden de santo Domingo, esclarecida en vida y milagros; a la cual el Sumo Pontífice Pío II puso en el catálogo de las santas Vírgenes. Su fiesta se celebra el día siguiente. En Pafos de Chipre, San Tíquico, que fue discípulo del Apóstol san Pablo, y a quien el mismo Apóstol llama en sus Epístolas carísimo hermano, ministro fiel y su consiervo en el Señor. En Pisare de Toscana, san Torpetes, Mártir, que fue primero gran favorito de Nerón y uno de aquellos de quienes el Apóstol San Pablo, escribiendo de Roma a los Filipenses, dice: «Os saludan todos los santos, máxime los de la casa del César». Pero después, por orden de Satélico, le abofetearon por la fe de Cristo, le azotaron cruelmente y le echaron a ser devorado por las fieras, mas no le hicieron daño; por fin, degollado, consumó su martirio. En Cirta de la Numidia, el triunfo de los santos Mártires Agapio y Secundino, Obispos, los cuales, después de prolongado destierro en aquella ciudad, cuando en la persecución de Valeriano era mayor la rabia de los Gentiles contra la fe cristiana, llegaron de ilustres Sacerdotes a Mártires gloriosos. En su compañía padecieron también Emiliano, soldado,Tértula y Antonia, Vírgenes consagradas a Dios, y otra mujer con sus dos hijos gemelos. En la isla de Corfú, siete santos Ladrones, los cuales, convertidos a Cristo por san Jasón, lograron por el martirio la vida sempiterna. En Nápoles de Campania, san Severo, Obispo, el cual, entre otras maravillas, resucitó del sepulcro a un difunto por el tiempo necesario para convencer de mentira al falso acreedor de una viuda y unos huérfanos. En Brescia, san Paulino, Obispo y Confesor. En el monasterio de Cluny en Francia, san Hugo, Abad. En el monasterio de Molesme en Francia, san Roberto, primer Abad del Cister.