2 de junio _ Santos Marcelino, Pedro y Erasmo, Obispos y Mártires - Rojo. En Roma, el triunfo de los santos Mártires Marcelino, Presbítero, y Pedro, Exorcista, los cuales, en tiempo de Diocleciano, por enseñar a muchos en la cárcel la doctrina cristiana, después de crueles prisiones y varios tormentos, fueron degollados por el Juez Sereno en un lugar, que se llamaba Selva Negra, y en adelante mudando el nombre, a honra de estos Santos, se llamó Selva Blanca. Sus cuerpos fueron sepultados en las catacumbas junto a san Tiburcio, y el Papa san Dámaso honró más tarde su sepulcro con un epitafio en verso. En Campania, san Erasmo, Obispo y Mártir, que, en tiempo del Emperador Diocleciano, azotado primero con plomadas, después despiadadamente apaleado, y bañado luego con resina, azufre, plomo, pez, cera y aceite hirviendo, quedó ileso; más tarde, imperando Maximiano, fue nuevamente atormentado en Formio con diversos y atroces suplícios; pero conservole Dios la vida para que confortase a los demás; por último, llamándole a Sí el Señor, murió santamente con la corona de los Mártires. Su cuerpo fue más tarde trasladado a Gaeta. Oración: Oh Dios, que todos los años nos dais un nuevo motivo de alegría con la solemnidad de vuestros mártires Marcelino, Pedro y Erasmo, haced, os lo suplicamos, que regocijándonos de sus méritos, nos decidamos a seguir sus ejemplos. Por J. C. N. S. Amén. En Lyon de Francia, los santos Mártires Potino, Obispo, Santo, Diácono, Vecio epágato, Maturo, Póntico, Átalo, Alejandro y Blandina, con otros muchos, cuyos esforzados y repetidos combates, en tiempo de Marco Aurelio Antonino y de Lucio Vero refiere una carta de la Iglesia de Lyon a las de Asia y Frigia. Entre estos santos, Blandina, de sexo más frágil, de cuerpo más débil y de condición más humilde, sufrió más largos y crueles tormentos, y, permaneciendo siempre constante, y siendo degollada, siguió a los demás, a quienes había animado al martirio. En la isla de Proconeso de la Propóntide, san Nicéforo, Obispo de Conslantinopla, el cual, defendiendo acérrimamente las tradiciones paternas en favor del culto de las sagradas imágenes, se opuso constantemente a León Armenio, Emperador Iconoclasta, y por él relegado al destierro, allí mismo después de catorce años de un prolongado martirio, pasó al Señor. En Roma, san Eugenio I, Papa y Confesor. En Trani de la Pulla, san Nicolás, Peregrino Confesor, cuyos milagros fueron leídos en el Concilio Romano que presidió san Urbano II Papa.